Las dos formas principales de diálisis son la hemodiálisis y la diálisis peritoneal. La hemodiálisis utiliza un filtro especial llamado Dializador que funciona como un riñón artificial para depurar la sangre de una persona. Durante el tratamiento la sangre llega a través de tubos hasta el dializador, el cual filtra los desechos, el exceso de sal y el exceso de agua. Luego la sangre limpia fluye a través de otro conjuntos de tubos y vuelve a ingresar al cuerpo. El equipo de hemodiálisis monitorea el flujo sanguíneo y elimina los desechos del dializador.
Dicho procedimiento se realiza en un centro especializado en Hemodiálisis comúnmente tres veces a la semana durante 3 horas en promedio.
Los riñones son un par de órganos vitales en forma de frijol del tamaño de un puño que realizan varias funciones para mantener la sangre limpia y químicamente equilibrada. Se localizan cerca de la parte media de la espalda, justo debajo de la caja torácica, uno a cada lado de la columna vertebral. Cada día los riñones procesan aproximadamente 190 litros de sangre para eliminar alrededor de dos litros de productos de desecho y agua en exceso.
Los desechos y el agua en exceso se convierten en orina que fluye hacia la vejiga a través de los conductos llamados uréteres. Los desechos en la sangre provienen de la descomposición normal de tejidos activos y de los alimentos.
Luego que el cuerpo toma lo que necesita de los alimentos, los desechos se envían a la sangre; si los riñones no los eliminaran, estos desechos se acumularían en la sangre dañando el cuerpo.
La remoción de los desechos ocurre en minúsculas unidades dentro de los riñones llamadas nefronas. En la nefrona un glomérulo está entrelazado con un tubo que recolecta la orina llamado túbulo. El glomérulo actúa como una unidad de filtrado y mantiene las proteínas y células normales en el torrente sanguíneo permitiendo que pasen los desechos y el agua en exceso.
Circulación de un gran flujo de sangre hacia el dializador o filtro. Este acceso puede ser una fístula arteriovenosa, o también llamada FAV, o un catéter vascular.
Las venas, por su estrechez, no se pueden utilizar para hacer hemodiálisis, porque no permiten obtener un flujo lo suficientemente alto. Por este motivo, se realiza una fístula arteriovenosa, que consiste en unir mediante una intervención quirúrgica una arteria con una vena cercana. La fuerza de la sangre que circula por la arteria y pasa a la vena, va a permitir que la vena se agrande y pueda, así, obtenerse un flujo necesario para realizar la diálisis. Al cabo de 4-6 semanas, la vena va estar suficientemente dilatada para poder realizar las punciones repetidas que son necesarias para las sesiones de hemodiálisis.
En algunas ocasiones, la unión entre la arteria y la vena se realiza mediante interposición de un fragmento de prótesis, lo que se conoce como fístula arteriovenosa protésica.
El catéter vascular es un acceso que consiste en colocar un tubo en una vena gruesa del organismo a nivel del cuello o del muslo. Normalmente, el catéter es un acceso vascular provisional porque tiene el riesgo de infectarse, pero puede ser definitivo cuando no es posible conseguir una fístula arteriovenosa adecuada. Al igual que la fístula, se realiza mediante una intervención quirúrgica.
Se utiliza este término para hablar sobre la eficiencia con la que los riñones filtran la sangre. Las personas con dos riñones sanos tienen el 100 % de la función de sus riñones. Una reducción pequeña o leve de la función de los riñones, hasta un 30 o 40 %, sería muy difícil de percibir.
Cuando la función de los riñones es menor de 25 % ocurren problemas de salud graves. Cuando la función de los riñones disminuye a menos de 10 o 15 %, para mantenerse con vida la persona necesita alguna forma de terapia de reemplazo renal, ya sean tratamientos que limpian la sangre llamados diálisis, o un trasplante de riñón.
La mayoría de las enfermedades de los riñones atacan las nefronas, haciendo que pierdan su capacidad de filtración. El daño a las nefronas puede ocurrir rápidamente, con frecuencia como resultado de lesión o envenenamiento. Pero la mayoría de las enfermedades de los riñones destruyen las nefronas lentamente y en silencio.
Las dos causas más comunes de insuficiencia renal son la diabetes y la presión arterial alta. Las personas con antecedentes familiares de cualquier tipo de problema renal también corren el riesgo de padecer insuficiencia renal.
Algunos problemas renales ocurren rápidamente, como cuando un accidente lesiona los riñones. Perder mucha sangre puede causar insuficiencia renal repentina. Algunos fármacos o venenos pueden hacer que los riñones dejen de trabajar. Este tipo de lesiones puede conducir a una pérdida permanente de la función renal, pero si los riñones no están dañados de gravedad, la enfermedad renal aguda puede revertirse.
La mayoría de los problemas renales, no obstante, ocurren lentamente. Una persona puede tener una enfermedad renal “silenciosa” durante años. Las personas con insuficiencia renal crónica pueden llegar a padecer una insuficiencia renal permanente.
La insuficiencia renal total o casi total y permanente se conoce como enfermedad renal en estado terminal (ERET). En este estado se precisa un tratamiento dialítico con un riñón artificial, conocido como diálisis, o un trasplante renal para seguir con vida.
Lamentablemente con frecuencia la ERC no puede curarse, pero las personas que se encuentran en etapa inicial podrían hacer que sus riñones duren más al seguir ciertos pasos:
Un riñón donado puede venir de un donante anónimo que haya fallecido recientemente o de una persona viva. El riñón debe tener buena compatibilidad con el cuerpo del paciente. Entre más compatibilidad haya entre el nuevo riñón y la persona que recibe el trasplante habrá menos probabilidad de que el sistema inmunitario lo rechace. Los riñones de donantes vivos emparentados parecen ofrecer la mejor compatibilidad para tener éxito, pero los riñones de personas no emparentadas también tienen una alta tasa de supervivencia.
La diálisis es un tratamiento para ayudar a filtrar la sangre mediante el cual se filtran los desechos y los líquidos para que las personas con falla de los riñones puedan llevar una vida normal. Si bien la diálisis no cura la falla de los riñones, permite que el paciente se sienta mejor y viva por más tiempo.
En la hemodiálisis la sangre es filtrada con un equipo externo. El equipo de diálisis tiene tres funciones principales:
El dializador es un recipiente grande por donde fluye la sangre. La solución de diálisis funciona como un “líquido limpiador” que se bombea alrededor de estas fibras. Las fibras permiten que los desechos y los líquidos innecesarios pasen de la sangre hacia la solución, lo que hace que se eliminen. La solución de diálisis es el líquido dentro del dializador que ayuda a eliminar los desechos y el líquido innecesario de la sangre. Contiene sustancias químicas que la hacen actuar como una “esponja”.